Encadenado a petite mort I
Llegando en mil pedazos a la cumbre
ahogando los gemidos de agonía
fusionando tú alma con la mía
por sentir de tú cuerpo esa lumbre.
No es un deseo, es ya costumbre,
percibir en mi piel la sinfonía;
que ejecutas con gran alevosía,
y…rendida, ante ti en servidumbre.
Al llegar a la cima del deseo,
donde nos corre un escalofrió;
al conquistar ambos ese trofeo,
consecuencia, de tu fiel
desafío,
escalar a la cima del
deseo,
hasta el amanecer con el rocío.
Este poema me ha dejado la piel que para que te cuento.
ResponderEliminarVerdaderamente los has hecho con alevosía, premeditación y ventaja.
Excelente, aunque esa palabra se quede corta para tu poema.
Un gusto más grande que el universo.
Serge.