Y entro el otoño en mi vida,
deshojando a mi propio corazón,
escapando corriendo en la huida,
sin aparente motivo ni razón.
Secó toda ramas en su
partida,
en sus hojas secas lloro a la sazón,
la húmeda fina lluvia caída,
a mis oídos sonó a una canción.
La dulce melodía escondida,
brotó, entre nubes blancas de algodón,
de pronto, la noche fue desvestida,
dando paso a desatada pasión.
Tras la puerta de ese gran corazón,
por las rendijas… se escapa la ocasión
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